Las principales causas por las que se pone fin a una relación matrimonial o de pareja son las siguientes:
- La falta de compromiso
- La infidelidad, que es entendida como la ruptura de un pacto -ya sea expreso o implícito- de la pareja
- Conflictos y peleas reiterados, constantes… Agresividad continua (enojo constante, problemas sin resolver…)
- Casarse muy jóvenes.
- Expectativas defraudadas que se ponen de manifiesto con la convivencia y la relación misma.
- Problemas económicos que suelen ir unidos a otros problemas de la pareja o matrimonio. En ocasiones se utilizan los recursos financieros o económicos como chantaje, sometimiento o competencia… llegando un momento en que el otro miembro de la pareja no está dispuesto a seguir tolerando esas conductas.
- Falta de comunicación, bien porque no se comunican lo suficiente o, cuando lo hacen, no se comprenden mutua y adecuadamente, o no saben escucharse.
- Cambio de prioridades con el tiempo, y falta de compatibilidad de las mismas, sin que ningún miembro de la pareja esté dispuesto a ceder o adaptarse a la nueva situación.
- Falta de equidad en la relación, recargando la responsabilidad en uno de los miembros de la pareja o cónyuge, ya sea en la aportación económica a los gastos de la familia o en la realización de las tareas domésticas, en las funciones de cuidado y asistencia a hijos u otros parientes…
- La adicción a sustancias, como alcohol, drogas… o adicción al juego
- Abuso sexual, emocional o físico del otro miembro de la pareja o cónyuge, sobre pasando los límites morales de la relación de pareja.
- Los episodios de violencia de género y violencia doméstica
- Los problemas de salud de uno de los miembros de la pareja o cónyuge
- La falta de apoyo por parte de las familias de cada uno de los miembros de la pareja o matrimonio
La ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE ABOGADOS DE FAMILIA, a la que pertenezco, señala -como las 12 razones que más indicamos los abogados de familia como causa de una ruptura-, las siguientes:
- El desgaste, alejamiento y la falta de comunicación al que lleva el estrés provocado por la crianza de los hijos y el trabajo.
- Desenamoramiento. A veces, acompañado del inicio de una relación con una tercera persona.
- Infidelidades.
- Dificultades económicas. “Hacen cierto el dicho de que cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana”.
- Discrepancias que surgen a raíz de la crianza y de la educación de los hijos. Se pone en evidencia estilos de vida y valores completamente distintos.
- La excesiva presencia de las respectivas familias políticas que generalmente ayudan, pero que a veces también ahogan. Sobre todo, cuando uno de los miembros de la pareja mantiene vínculos de excesiva dependencia con su familia de origen.
- Irritabilidad o mal carácter. En casa, con nuestros más íntimos, se nos caen las caretas. Aprovechamos la confianza de aquellos que más nos quieren y que nos necesitan para sacar la peor de nuestras versiones. ¿Nuestro verdadero yo?
- Elección de una pareja con un carácter incompatible e irreconciliable con el nuestro.
- Adicciones.
- Violencia de género, doméstica, trato inadecuado entre los miembros de la pareja.
- Dificultad para gestionar las emociones que genera el surgimiento de enfermedades, físicas o mentales, o agravamiento de las ya existentes en algún miembro de la familia.
- Cuando uno de los miembros de la pareja “sale del armario”, aceptando su verdadera orientación sexual.