La abogacía de cercanía no se ejerce en grandes despachos.
La abogacía no es en su totalidad un negocio, ni una empresa, no puede entrar sin reservas y cautelas en el ámbito del comercio, del mercado y regirse por sus leyes única y exclusivamente.
En un despacho pequeño los asuntos no se resuelven mediante reuniones con letrados o socios; abogados sénior o asociados; abogados júnior o colaboradores; becarios y secretarios. El cliente no peregrina por muchas manos y conoce desde el principio quién o quiénes se van a encargar de su asunto.
Los abogados somos perseverantes, en las grandes aglomeraciones nos perdemos en la rentabilidad y no en la justicia y el buen hacer.